lunes, 9 de agosto de 2010

UN BUEN VIAJE


Que tengas un buen viaje, fue lo último que le escuchó decir a su mujer, luego traspasó la barrera de vidrio que lo separaría por un par de semanas de ella y caminó en procura de la última formalidad para viajar: Policía Internacional. Un funcionario, encerrado en una cabina, timbró su pasaporte y le deseo un buen viaje. Junto a otros pasajeros caminó por los pasillos que le llevarían a la puerta correspondiente a su vuelo y mientras lo hacía no pudo dejar de pensar que parecían un rebaño, que ordenadamente caminaban hacia el correspondiente corral.
Como en otros viajes no pudo dejar de pensar que en la puerta del avión estarían las azafatas con una eficiente sonrisa pintada en los labios, que le indicarían el camino hasta su asiento y que luego, tras recorrer el estrecho pasillo en busca de su incómodo asiento, sentiría una incipiente claustrofobia. Sabía de antemano que sentaría en el 26-E y que al hacerlo lanzaría un rosario de maldiciones contra su empresa, su jefe y todo el personal, porque siempre lo enviaban en clase económica: apretujado como si fuera en una micro, mientras el soñaba – siquiera una vez en su vida- viajar en primera y arrellanarse en esos asientos anatómicos, impresionantemente anchos, forrados en cuero e ideales para un viaje tan largo como que el comenzaba: Santiago – Toronto con escala en Brasil.
El 26-F ya estaba ocupado cuando llegó a su asiento, la rubia que lo ocupaba no estaba nada de mal, se dijo, la suerte le sonreía, porque el 26-G tenía encima a un gordo descomunal y de cara simplona y un grandote, que con toda seguridad intentaría estirar sus largas piernas, ocupaba el 26-H.
Para él los primero minutos en el interior de un avión eran los peores de todo el viaje, temía sentir deseos de ir al baño o de fumar, de que el avión no partiera, en fin, una serie de pensamientos negros lo azotaban mientras no emprendería el vuelo, a la vez pensaba que todo sería tan diferente si su empresa lo mandara en primera, le darían un trago de bienvenida, podría elegir la película que deseara ver, le ofrecerían un menú diferente al que ahora tendría: carne, ave o fideos acompañados de siempre lo mismo y en el infaltable envase de aluza y cubierta de plástico.
De tanto viajar en cualquier línea aérea, siempre la más barata, ya no coleccionaba cucharitas de café ni miniaturas de botellas de licor., su rutina siempre era la misma: cualquier fila, cualquier asiento y una noche de perros, porque le resultaba imposible dormir y descansar. Luego, llegar a destino y comenzar a trabajar de inmediato y todos sus amigos diciendo lo mismo siempre: suertecita que tenís, te la pasai viajando, sin que jamás haya podido explicarles que si bien ha estado en 5 países de Europa, no conoció ninguno porque estuvo sólo 4 días en el viejo continente. Que ha ido 10 veces a Estados Unidos y en cada una de esas veces, sólo ha permanecido 2 días en la correspondiente ciudad donde tenía que asistir a una reunión., que una vez fue a Tokio, sin saber hasta el día de hoy si ganó horas o las perdió, lo único que tiene claro es que llegó acalambrado hasta el Imperio del Sol Naciente, que se bajó del avión y que unos amables ejecutivos lo llevaron hasta el piso 25 de un edificio en alguna parte de la ciudad, que estuvo 3 horas negociando unos contratos, que le hicieron muchas reverencias y que después de eso lo llevaron a un hotel, que no tiene idea ni cómo se llamaba, que había comido algo que no supo lo que era, que había dormido 6 horas y que otra vez, sus amables anfitriones, lo llevaron al aeropuerto, lo pusieron en un avión de vuelta y que no vio ni casas de té, ni geishas, ni los famosos duraznos en flor. Con suerte supo que había estado en Japón y regresó en el asiento 26-E, como en el que viajaba ahora.
El avión aterrizó en Brasil y antes de volver a despegar alguien le habló:
- Disculpe, sería tan amable de cambiar su asiento por el mío.... Es que mi novia va sentada a su lado y yo voy allá adelante...
- Qué dijo? ¿dónde va usted....adelante....en primera???
- Si, allá adelante ¿me cambiaría el asiento??
-Como no señor, encantado, no tengo inconveniente....

Y como si durante toda su vida de trabajo y viajes hubiese ocupado esos asientos tan cómodos, caminó feliz por el estrecho pasillo del avión, tomó asiento en el sueño de toda su vida y se dijo:
- parece que me saqué el Kino, la lotería...qué se yo! Ni yo me lo creo, la rubia, tenía pololo en Brasil ¡¡ viva la zamba, el carnaval y las mulatas! Por primera vez voy a disfrutar de 14 horas de viaje... y en primera!

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